En las diferentes etapas en las que se puede detectar el TEA, tiene mayor incidencia de diagnóstico en hombres que en mujeres. Se estima que alrededor de tres varones son diagnosticados por cada mujer. 

Recientemente la estadística indicaba que la incidencia de autismo en mujeres era de una por cada cuatro hombres; mientras que si se habla de autismo de alto funcionamiento la incidencia es aún menor, una mujer por cada ocho varones. Los investigadores creen que las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de encubrir los síntomas, dificultando el diagnóstico. 

Si bien en la actualidad hay más mujeres diagnosticadas, lo cierto es que las mujeres llegan más tarde a un diagnostico por varias razones,  se ha demostrado que uno de los principales factores de esta diferencia han sido los grandes sesgos de sexo/género en los estudios de investigación, puesto que la muestra de mujeres en este tipo de investigaciones ha sido muy escasa, e incluso nula en ocasiones.

Además de este importante sesgo en la investigación, es importante considerar aspectos que han dificultado la identificación y diagnóstico del autismo femenino.

En investigaciones recientes, se encontró que el área social tiene una mayor actividad cerebral en mujeres, dando lugar a conductas socialmente más adaptadas y por tanto más desapercibidas, dificultando la identificación y diagnóstico, a este comportamiento se le conoce como camuflaje social.  El cerebro de la mujer se  desarrolla distinto al del hombre, ya que la mujer tiene un desarrollo lingüístico más rico y eso también permite que haya una elaboración más sofisticada para poder camuflarse.

 

Enmascaramiento: con este término se ha hecho referencia a las conductas que de forma estratégica las personas con TEA (principalmente mujeres) han desarrollado para minimizar las consecuencias de la visibilidad del autismo en sus relaciones sociales. 

 

Factores como la internalización de la ansiedad, que en lugar de un comportamiento reactivo tiende a la depresión y conducta antisocial, o el exceso de timidez en las niñas que aparentemente es más ‘aceptable’ en los niños, limitan el diagnóstico temprano en mujeres.

La comunidad científica apunta a que el TEA está infradiagnosticado en niñas con alto funcionamiento debido a que presentan mayores recursos para poder compensar las dificultades recurrentes en pacientes con TEA. Otro motivo puede ser que los criterios diagnósticos utilizados sólo recogen los síntomas presentes en casos del género masculino.

Por lo tanto, es importante también señalar que los datos que analizan las diferencias del autismo  en mujeres hombres no son suficientes, por lo que es importante que lo científicos continúen investigando y desarrollando herramientas que apoyen al diagnóstico más temprano y oportuno.

Sobre la escritora.

Lizeth Carreón es estudiande te la licenciatura en Psicología. Se interesa por temas como los trastornos del neurodesarrollo, así como el trabajo de terapia con niños. Es adicta a la sopa maruchan y el refresco.